Este relato contado por ella nos acerca a una de tantas y tantas historias vividas en Bonterra Resort.
Me gustaría contaros un poco mi historia y la relación que tengo con vosotros.
La primera vez que fui a Bonterra tenía tres años. Mis padres fueron desde Asturias a pasar unos días y cuando vieron el camping y la playa, cogieron el coche y volvieron a Gijón a por mi hermana y a por mí. Estuvimos veraneando en vuestro camping durante muchísimos años y, aunque más de una vez pasamos las vacaciones en otros destinos, ninguno nos convencía y terminábamos yendo otra vez a Bonterra.
El el año 92 fui con el que sería mi marido y se enamoró inmediatamente de Benicàssim. Así que repetimos todos los años sin fallar hasta 1997, que fue cuando nació mi hijo. Y para 1998 volvimos, pero ahora ya éramos tres.
Desde aquel año no hemos faltado ni uno. Cualquiera le decía a mi hijo que no íbamos. Ha crecido en vuestro camping y tiene una cantidad enorme de amigos, con los que mantiene una preciosa amistad hasta día de hoy. Las despedidas al final de las vacaciones eran auténticos acontecimientos: madrugones para despedirle, lágrimas… en fin, un disgusto que se curaba al año siguiente. De hecho, su amistad es tan fuerte que, al menos, una vez al año, aparte del verano, se reúnen en un punto medio del mapa.
Siempre me dice que le encanta Benicàssim. Tiene 23 años y sigue viniendo con nosotros de vacaciones cuando vamos a Bonterra.
Y nosotros también tenemos muchos amigos con los que mantenemos contacto todo el año. De hecho, hacemos mil malabares para poder coincidir todos en el camping durante las vacaciones.
En los últimos años fallamos solo en 2017 por motivos de trabajo (pequeño enfado de mi hijo) y en 2020, el innombrable año. Esperemos que el año 2021 nos permita volver con la normalidad de siempre porque este año me faltó el sol de mi Benicàssim.
Necesitaba contaros mi historia para que sepáis lo importantes que sois en nuestras vidas.
Gracias por leerme y por estar y formar parte de mi vida.
Un abrazo enorme.
Ana
P.D. Ah, se me olvidaba. En esa piscina aprendimos a nadar mis hermanas y mi hijo. Grandes recuerdos que se me agolpan y que si empiezo, tendría para un libro.
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